No sé hasta donde la razón
y el por qué de nuestra pasión.
No sé si maldecirte por mis días
sin vida, sin cordura, sin aliento…
o resignarme al valor que doy a tus ojos,
después de ciegos…
resignarme al ímpetu que me mueve
hacia tu cuerpo huesudo y tierno,
resignarme a esperar a la cola del mercado,
el turno que nunca llega
para esos muslos con sabor a cereza…
Sé hasta que punto soy capaz de amarte:
¡Hasta el infinito y más allá!
Sé como hacerte feliz y sacarte una sonrisa
tierna y honesta cada mañana,
sé que tengo que arrodillarme
ante la Reina, como el zángano que fui.
Aquel que alborotó su colmena.
Sé que necesito de tu risa, tus ojos,
tus huesos, tu savia, tus pechos
para poder sobrevivir.
Sé que a tu lado el Paraíso
tornará adjetivo calificativo
de nuestras vidas… si quieres, si puedo,
si aguanto la sinrazón y los celos.
18-07-2010